martes, 26 de septiembre de 2017



Las palabras dichas se las lleva el viento?

Es mucho lo que abarca el universo de la palabra. Cuantos no hemos escuchado que "se es esclavo de lo que se dice y dueño de lo que se calla" o "el poco hablar es oro y el mucho es lodo"? Hay un sin fin de refranes sobre las palabras pero son parte fundamental en la comunicación tanto oral como escrita.
Las Palabras representan el pensamiento densificado, es decir,  primero piensas y luego pronuncias. René Descartes lo plasmó así:  (cogito ergo sum) Pienso luego existo!. Hablar es un verbo y todo verbo es acción.
El hablar corresponde a nuestro pan de cada día, y lo que decimos puede llevar bendiciones o maldiciones a nuestro interlocutor; sin embargo cuando se genera un clima pesado o de discusión, el alud de palabras si no se logran controlar, pueden generar un caos hiriendo a la persona con la que se esta riñendo.  Decimos cuanto se nos ocurre con la intención de ganar la discusión e ignorando que debemos escuchar y comprender al otro para conservar el equilibrio, llegar a un acuerdo y evitar el daño.

Ahora bien, la respuesta a la pregunta: Desde mi perspectiva las palabras dichas, han quedado dichas, no tienen vuelta atrás, no se las ha llevado el viento, no hay manera que inhales y que lo pronunciado vuelva a tu mente. Salieron de la boca y pueden edificar o destruir, curar o dañar y si ademas transportan la intención, liberan una energía poderosa que logra cambiar la estructura de las cosas incluso de nuestro entorno (aunque muchos se nieguen a creerlo). Cuando son palabras dulces pueden sanar y elevar a quien las oye, hasta pueden ser compartidas con otros y crea una energía favorable. Sin embargo las palabras dichas como agravios, tienen un efecto negativo-multiplicador, pues quien las recibe las repite (sabes que fulano me dijo que yo....bla bla bla) y hace eco de lo que no vale la pena comentar y quien las ha pronunciado no solamente ha herido a quien las oye sino también  a si mismo.

A diario tenemos la oportunidad de aportar mucho con las palabras, siempre y cuando empecemos a cuidar mas lo que pensamos y decimos. ¿Cuando solemos usar palabras muy duras? durante discusiones de pareja, cuando criticamos o cuando nos quejamos etc.

Sin embargo, ante todo el descontrol que podamos manifestar con palabras poco suaves, existen modos de reivindicarnos a través del perdón ya que con éste reconocemos que hemos actuado erróneamente. Lo importante de pedir disculpas es evitar volver a repetir lo que dijimos ya que no es correcto ir soltando proyectiles por la boca porque tengamos el perdón como salvedad; (Aunque la biblia diga que debes perdonar hasta setenta veces siete) en este siglo, me atrevo a afirmar,  perderías el respeto y la confianza de tus semejantes si a cada instante repites los mismos fallos por los que te has disculpado!

Nuestra naturaleza humana nos da amplitud de errar así como también de corregir ofensas fuera de lugar. Por lo tanto, cada día si tenemos ánimos de mejorar, podemos hacer una tesis personal para controlar lo que queremos transmitir a través de las palabras. Recuerda que lo que sale de ti regresa a ti con mayor intensidad por tal motivo debemos vigilar el lenguaje, pues con el modelamos nuestra existencia para que trascienda la presencia y que el ego no se convierta en nuestro amo.

viernes, 1 de septiembre de 2017

Vale la pena leerlo

¿Por qué elegí quererte a distancia?


Ya somos mas de dos millones de venezolanos que hemos emigrado a otros países con el fin de poder materializar nuestros sueños, mejorar nuestra calidad de vida y por si fuera poco ayudar a nuestros familiares que no pudimos traernos con nosotros.
Paseando por Instagram hace días atrás, encontré la manera mas dulce y transparente de describir la sensación de estar fuera de la tierra que nos vio nacer; lo escribió @patty_cardozo una de las tantas Venezolanas que se ha venido a España y que también es la autora del libro "Tu vida en una maleta". 

Patty comienza preguntándose: ¿Por qué elegí quererte a distancia?

"Pude haber elegido quedarme, pero no lo hice. Escogí otro modo de lucha que muchos aun no comprenden. ¿Que vas hacer para allá? repetían, pero mi argumentada respuesta no terminaba de convencer. Quizás proyectaban en mí sus miedos, no lo sé, pero lo cierto fue que a pesar de los míos propios decidí partir... Los motivos eran muy claros y para nada exclusivos; huía del miedo, del deterioro y de la injusticia. Me arme de valor, dí un abrazo a los míos y con maleta en mano le dije a un país adiós.  Pero hoy estas letras no van de razones y menos buscando justificar mi partida, aquí solo expreso que no me arrepiento dejarte Mi Venezuela.
  Quererte a distancia me ha permitido pensarte bonito, andar por el mundo limpiando tu nombre, destacando bondades que actualmente se omiten.

Estoy creciendo en tierras lejanas y si te digo que no me gusta te miento, porque la culpa se alejó el mismo día al darme cuenta que desde aquí si podía ayudar a los míos, cuando lo poco que tengo es también para ellos, porque al marcharme aposté por mí, desistiendo de jugar a lo seguro; caminé a través de la incertidumbre y descubrí que arriesgarme era ganar valentía.
 Elijo quererte a distancia ya que los lazos profundos no se separan por latitud. Hace poquito hablé con mi abuela y olvidé el código postal. Para mí ella estaba en su casa y yo allí cerquita, cerré los ojos por un momento y la sentí abrazarme diciendo al oído " Dios te Bendiga".

Amarte de lejos ya no hace daño, porque la libertad termina donde comienza el apego. Las cosas cambian, los niños crecen, la gente se muda, pero el amor se mantiene y yo preferí quererte a distancia porque un avión no separa lo que en el alma se quiere. ¿Que vine hacer para acá? Te respondo; - He venido a vivir esta única vida que tengo".